¿Queremos algo más que un medicamento barato?

Jordi Faus

El Global

Al hablar de prestación farmacéutica ha sido muy frecuente escuchar mensajes respecto de la necesidad de contener los precios, la sostenibilidad, etc… Cuando oigo hablar tanto de precios me vuelve a la memoria la frase del astronauta John Glenn que decía “Cuando me lanzaban al espacio, no dejaba de asaltarme un pensamiento: cada parte de este cohete ha sido suministrado por quien ofreció el precio más bajo”. En el caso de los medicamentos, el paciente puede estar tranquilo respecto de la calidad del producto, porque los medicamentos sólo se aprueban si la evaluación de su eficacia y seguridad ha sido netamente positiva (no me cabe duda de que esto aplicará también a las vacunas que se aprueben para combatir el coronavirus).

Por otro lado, entrados en el siglo XXI creo que es necesario abrir la perspectiva con la que abordamos estas cuestiones. ¿Queremos simplemente medicamentos baratos? Si la respuesta es afirmativa, basta con aplicar aquello del fin de la historia, dejamos de innovar, tenemos seguramente bien cubiertas buena parte de las enfermedades crónicas (hemos alcanzado niveles de esperanza de vida nunca vistos) y nos dedicamos a otra cosa. Por contra, si apostamos por seguir mejorando, una buena opción es ampliar la perspectiva bajo la cual analizamos la prestación farmacéutica. Esto es lo que intentamos hacer la semana pasada en un webinar de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria titulado “Nuevos modelos de atención a pacientes y dispensación no presencial, ¿cómo damos el siguiente paso?”

Junto con otros ponentes, especialistas en atención farmacéutica hospitalaria, intercambiamos ideas respecto de cómo puede mejorar la gestión de la prestación farmacéutica, en particular la de medicamentos de dispensación hospitalaria. Las medidas impulsadas durante el estado de alarma, dice el Real Decreto-ley 21/2020, han supuesto un progreso con efectos positivos en la población; y el Posicionamiento de la SEFH sobre telefarmacia, Recomendaciones para su implantación y desarrollo (léanlo, un documento de una calidad extraordinaria) señala que los estudios publicados que evalúan el impacto de la telefarmacia sobre resultados en salud demuestran que tanto los pacientes como los profesionales sanitarios están satisfechos con los servicios prestados mediante telefarmacia, y que se han reportado mejoras en aspectos de seguridad y en resultados clínicos.

El documento reconoce que es necesario realizar más investigaciones que ayuden a confirmar estos resultados, pero todo apunta a que estos cambios en la forma de entender la prestación farmacéutica han venido para quedarse. Mis conclusiones al respecto: dispensar es mucho más que entregar un producto; los nuevos modelos de atención pueden reportar ventajas a todos los agentes implicados (también al Sistema como tal); conviene generar confianza mediante un marco jurídico bien definido; y debe primar el interés del paciente por encima de cualquier otro.

Postdata: la actual Ley de Contratos del Sector Público dejó atrás el principio de adjudicación a la “oferta económicamente más ventajosa” y apuesta por las adjudicaciones basadas en una pluralidad de criterios valorando precio pero también aspectos cualitativos, medioambientales, sociales o innovadores relacionados con el objeto del contrato.

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