La semana del derecho farmacéutico

Jordi Faus

EL GLOBAL

La semana pasada fue la del derecho farmacéutico. Por un lado, se celebró el XV Curso de Derecho Farmacéutico organizado por CEFI, con presentaciones de gran calidad sobre temas de suma importancia; y con gran asistencia de público como viene siendo habitual en estas convocatorias. De lo comentado en la mesa en que participé, sobre precios y financiación, y moderada de forma muy amena por Dionisio Docásar, me quedo con una idea: los esfuerzos que se están realizando desde la Dirección General para mejorar los procesos de financiación y precio de los nuevos productos permiten ser razonablemente optimistas, y justificarían perfectamente que se dotase a esta unidad de más recursos.

El jueves presentamos el Tratado de Derecho Farmacéutico que he co-dirigido con el Prof. José Vida, de la UCIII, contando con la amable presencia e intervención de la Ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, que en su vida anterior fue abogada en ejercicio. En estos días de intensísima actividad política, su participación merece un agradecimiento especial.

El derecho farmacéutico no forma parte del temario de la carrera de Derecho; y habrá quienes le nieguen sustantividad jurídica. Mi visión, forjada desde que hace ya 30 años tuve la suerte de introducirme en este mundo de la mano de Agustí Jausàs, es que relacionarse con las normas que regulan la vida de un medicamento bajo una perspectiva sectorial nos permite ofrecer un servicio mucho más cercano a la realidad social, administrativa y económica del tiempo en el que estas normas deben aplicarse, lo cual redunda en beneficio de todos aquellos cuyos derechos u obligaciones quedan configurados por estas normas: las administraciones, las empresas, los profesionales sanitarios y los pacientes. Por eso, creo que especializarse en una actividad concreta, en unos productos determinados, es una opción profesional muy aconsejable, y que sería bueno que los responsables académicos valorasen la conveniencia de incidir más en la dimensión sectorial al diseñar los programas de estudio de sus instituciones.

En mi intervención en el acto de presentación del Tratado destaqué también el papel que los abogados, y la jurisprudencia, hemos jugado en la materia que nos ocupa. En España, por ejemplo, algunas resoluciones judiciales han empezado a difuminar la frontera entre el derecho fundamental a la vida y la consideración de la protección de la salud pública sólo como principio rector que debe inspirar la actuación pública. Estoy seguro que en el futuro veremos nuevos desarrollos en este terreno.

En Europa, ha sido esencialmente la jurisprudencia la que ha definido el concepto de medicamento y la frontera con otros productos, la que en su día sentó las bases del sistema de aprobación de medicamentos genéricos, o la que abrió la puerta a la comercialización de medicamentos sin receta a través de internet, por citar sólo unos ejemplos.

El valor de la jurisprudencia, sin embargo, no debe hacernos olvidar que un acuerdo siempre es bueno; siempre es mejor que un pleito. Esta misma semana, también se ha anunciado un acuerdo histórico que solventará discrepancias e incertidumbres respecto de la prescripción enfermera. El acuerdo redundará en beneficio de los pacientes, de los profesionales y del Sistema Nacional de Salud, y evitará litigios. Es un gran logro, un avance para disponer de un derecho farmacéutico de mejor calidad, más eficaz y seguro, por el que también debemos felicitar a la Ministra Dolors Montserrat.

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