#BCN4EMA, una opción verdaderamente ‘plug and play’

Jordi Faus

EL GLOBAL

El lunes pasado se celebró, en el Parc de Recerca Biomèdica de Barcelona, el acto de constitución del comité de apoyo a la candidatura de Barcelona como sede de la EMA. Un reto de este calado, lograr que Barcelona sea la nueva capital europea del medicamento, requiere no sólo del impulso conjunto y decidido de las administraciones implicadas, sino también de la sociedad civil. Con el fin de aglutinar estos esfuerzos, el Gobierno de España, la Generalitat de Catalunya y el Ayuntamiento de Barcelona han impulsado la creación de este Comité del cual forman parte académicos, representantes de organizaciones sociales, empresarios y profesionales, incluso un abogado como es mi caso (bueno, dos abogados si contamos con la ministra, que ha ejercido como tal durante buena parte de su carrera).

Las razones por las cuales la candidatura de Barcelona es una gran candidatura son muchas y variadas, siendo la más importante que Barcelona es una opción que ofrece todas las garantías para que la EMA podrá seguir operando en condiciones razonablemente estables tan pronto como se lleve a cabo su traslado. No debe olvidarse que la función primordial de la EMA es velar por los intereses de los pacientes en la Unión Europea, asegurar que los medicamentos con los que estos pacientes aspiran a curase o al menos a tratar su dolencia son productos eficaces, seguros y de calidad, y que es de vital importancia ejercer esta misión de forma continuada durante toda la vida del fármaco.

La posición privilegiada de Barcelona, en este aspecto, es indudable; y el hilo argumental que has desarrollado las tres administraciones implicadas es de una potencia indiscutible: la ciudad dispone de un edificio singular preparado para alojar a la EMA con carácter prácticamente inmediato; de las infraestructuras necesarias tanto a nivel de servicios auxiliares como de transportes, comunicaciones y alojamiento. Barcelona es también el principal polo de investigación biomédica del sur de Europa y cuenta con un sólido tejido académico e industrial. España cuenta además con una agencia de medicamento de primer nivel, capaz de volcarse en prestar la ayuda que sea necesaria en el marco del traslado. Quienes han hecho de la EMA un organismo potente, que ha liderado acciones regulatorias a nivel mundial en asuntos tan relevantes como la evaluación de medicamentos biológicos o las terapias avanzadas, son los casi mil funcionarios que prestan servicios en su sede central. Europa no puede permitirse el lujo de perder este capital humano, y Barcelona es un destino con un gran atractivo para ellos y para sus familias.

Estamos ante un concurso, y pienso firmemente la candidatura mejor posicionada para garantizar que el traslado de la EMA causará la menor disrupción en su funcionamiento debería ser la candidatura ganadora, con independencia de otras consideraciones geopolíticas. El Consejo Europeo, al tratar sobre esta cuestión, debe tener muy presente que está lidiando con un tema íntimamente relacionado con la salvaguarda de la salud, y tiene ante sí una oportunidad de oro para demostrar su compromiso con los principios generales recogidos en el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea. El artículo 168 del Tratado dice que “al definirse y ejecutarse todas las políticas y acciones de la Unión se garantizará un alto nivel de protección de la salud humana”. Decidir la nueva sede de la EMA es una acción de la Unión, y el Consejo no debería olvidar su obligación de asegurarse que, al tomar esta decisión, debe garantizar un alto nivel de protección de la salud.

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